sábado, 30 de enero de 2010

Esquela en vida

“Mamá, has sido la luz de mis ojos.” “Eres mi amor eterno, mi compañera perfecta.” citan algunas.

¿Por qué escribir estas palabras cuando ya no se pueda leerlas, cuando los ojos de la persona amada ya estén cerrados para siempre? Por eso, de ahora en adelante, escribiré mis esquelas en vida. No esperaré a la muerte para decirle a alguien cuánto significó para mí ni lo importante que fue en mi vida. Porque quiero estar segura de que el recipiente de mis palabras las recibió. Porque quiero que sientan mi amor cuando todavía su corazón late.

Por eso quiero recibir las mías mientras aún viva. Así quien las escriba tendrá la oportunidad de plasmar con su pluma palabras de amor en mi alma. A cambio recibirá la más tierna de mis miradas, el regocijo de mi corazón y más amor como respuesta. Mientras tanto podremos abrazarnos y mirarnos a los ojos para recordarnos más intensamente el día en que ya no haya respuesta posible.

Para esto no podemos esperar a que la muerte sea nuestro testigo. Porque la muerte solo nos separará para siempre y entonces ya no habrá más miradas. Ella traerá dolor y espanto y será demasiado tarde. El escritor de tan tiernas palabras no obtendrá amor como respuesta, solo dolor. Es entonces que realizaremos que hemos desperdiciado una vida entera con nuestro corazón en silencio.

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