sábado, 23 de enero de 2010

Maripili y sus doce baños

Ayer viendo “La Comay” escuché una noticia excepcional: la mansión nueva de Maripili tiene doce baños. ¡Doce baños! O sea, doce inodoros. Cuando estaba a punto de entrar en crisis mi hermana me aclaró: “Nena, ella tiene sirvienta”. ¡Fiu! Claro, quien tiene una mansión de semejante magnitud tiene quien le ayude a limpiarlos. Lo siento pero con mi mente pobre (de dinero) y estrecha, de primera intención no lo imaginé, pero es lógico. Sin embargo, también tengo cierto grado de decepción. Ya estaba volando con mi prodigiosa mente imaginándome a Maripili con ropa vieja, sudá y espelusá, “ajosicá” lavando cada uno de sus inodoros. Esa era mi mejor venganza hacia ella por tener ese pelo y ese cuerpo asquerosamente perfectos, aunque su inteligencia es prodigiosamente imperfecta.

Aún así seguí pensando, “¿doce baños?”. ¿Para qué alguien con un núcleo familiar de tres personas quiere una casa con doce baños? En el peor de los casos si le diera diarrea a los tres a la vez todavía quedan nueve sin usar. En mi casa hay solo 2 ½ baños y por lo general todos queremos usar el mismo inodoro, así que, en mi caso sobrarían once siempre. Quizás es que invita a media parentela a quedarse en su casa en ciertas épocas lo que justificaría semejante derroche en “tronos”, pero aún así, el resto del año tiene inodoros de más. Lo siento, no hay más formas de justificarlo, por lo tanto este asunto de los cuartos de baño es pura ostentación. Claro, ¿quién sino Maripili puede ostentar con algo semejante?

En términos de ostentación, el problema es que hay mucha gente como Maripili, ostentando por cuanta cosita de más pueden tener. El asunto no es que ostenten, sino como tratan a quienes solo tenemos dinero para uno o dos inodoritos. Nos miran mal, nos tratan peor que a un perro, nos desprecian y se nos cuelan en cuanta fila hay, y eso, por más que digamos que no, a veces es intimidante. Porque esta gente camina por la vida atropellando a los demás, humillando y escupiendo prepotencia por ahí.

Sin embargo, alguien me dijo una vez: “hay un método infalible para recuperar el orgullo cuando sientas que alguien te intimida porque se siente más que tú. Sólo imagínatelo cagando (lo siento, no hay mejor forma de decirlo). Así te darás cuenta que todos somos iguales.” Gente, mi vida no es la misma desde entonces. Definitivamente, el método es infalible.

¡Ah! ¡Con razón! ¡Ahora entiendo por qué Maripili necesita tantos baños!

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