sábado, 23 de enero de 2010

Soy una boricua parlanchina, ¿y qué?

Soy una boricua parlanchina, y qué??

En el periódico de hoy hay un artículo escrito por el insigne Luis Rafael Sánchez donde hace referencia a un manual de introducción a la sicología en la que describe el parloteo compulsivo e incontrolable como el “puertorrican woman talking syndrome”. Hello!!!!???? Descubrieron el orinoco.

Como bien puntualiza él en su escrito, ¿es que acaso no hay gringas, dominicanas, colombianas, alemanas, o lo que sea, que no haya caído alguna vez en la sublime tentación de hablar sin parar? Obviamente el brillante autor del manual no ha estado en una guagua escolar llena de mujeres, sean de la nacionalidad que sean para darse cuenta de que el asunto no viene con la nacionalidad, sino con la menstruación. Es suficiente con que sean mujeres, punto. Aunque debo advertir que, como bien dice Luis Rafael Sánchez, estas tentaciones no son exclusivas de los seres que menstruamos. Conozco algunos individuos medio “viagristas” que padecen del mismo mal.

Impensable leer semejante información y quedarme callada, que ya de por sí, según la ciencia, para las boricuas, incluida yo, es imposible. Parlanchina sí, y a mucha honra!!! Ya lo decía mi papá, callarme era imposible, lo único que, para él, además de parlanchina también era dicharachera. Pero claro, ahora nadie se acuerda de lo mucho que gozaban con mis cuentos, mis ocurrencias y chistes. Y no soy solo yo, la inmensa mayoría de mis amigas somos iguales y nos la pasamos divinamente bien cuando estamos juntas. Y ni hablar cuando el junte es para llorar, ja! Ese es otro cantar. Juntarnos a hacer cónclave para llorar penas del corazón es otro rollo. Sin embargo, les aseguro que a nuestros hombres les parecemos divertidas, changas, seductoras y coquetas. Porque así son nuestros boricuas, locos con sus chicas alegres, habladoras y divertidas. Porque según de fogosas somos para hablar, también lo somos para amarlos, cuidarlos, mimarlos y adorarlos. ¡A que de eso no se quejan!

Nada, el que quiera una muda, que se busque una gringa.

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