jueves, 29 de abril de 2010

Acostadita me veo más bonita.

En esta vida hay que tener la mente abierta y un criterio amplio, pero en cuestión de velatorios a mí que me velen acostada. En el 2008 fuimos noticia en el mundo entero con el primer muerto parao. Para los que no recuerden, me refiero a aquel muchacho que, en plena premonición de que sería asesinado, pidió a la familia que lo velaran de pie. Su explicación para semejante petición fue que no quería que sus enemigos lo vieran “tumbao”. La funeraria, rauda y veloz, preparó el cadáver de forma tal que quedó paradito contra una pared.

Hoy la misma funeraria preparó el cadáver de otro joven montado en una motora. Para mi gusto, resultaba repulsivo ver las fotos de este joven con sus manos inertes, agarradas a la mala al manubrio de su motora. Su espalda doblada y su cabeza tesa simulaban una carrera sin fin, cual estatua de cera. Y para completar, por aquello de que no nos queden lagunas en el entendimiento, la noticia provee explicación clara de cómo la funeraria lo amarró con alambre a la pared con tal de mantenerlo en posición. Lo siento, pero para mi refinado gusto esto es escalofriante.

Solo imagínense que ahora a todos nos dé por pedir posiciones extrañas a la hora de nuestra muerte. Piensen en la cantidad de posibilidades que existen. Linda cosa que cuanta doña haya por ahí pida que la velen estilo Marilyn Monroe, toda sexy parada en una alcantarilla con la falda al aire y las pantaletas guindando. O puede ser que con esta fiebre que hay de los años 70 alguno de mis amigos pedirá que lo velen a lo John Travolta con su pose de Saturday Night Fever, mano arriba y pecho al aire. Ya imagino la estampa, una vez entres a la funeraria no habrá cirios ni flores ni cintas. En su lugar encontrarás reflectores de luces, bolas de espejo y música disco. Lo mejor de todo es que mi esperanza es que todos aquellos a quienes quiero mueran de viejo. Por lo tanto, a fin de cuentas Travolta y Marilyn tendrán cuerpos de 80 años. Linda cosa!!

Conmigo no, a mí que me velen acostadita, a lo tradicional. Eso sí, que me alisen las arrugas, me pinten los labios, me tiñan el pelo y me pongan regia. Con un traje de baile, perfume y tacones. Que me vea como la bella durmiente, soñolienta y hermosa, pero en posición horizontal. Eso sí, que me echen en la caja un abanico por si me da calor y un iphone. Para qué el iphone?? Con él podré escribirles los blogs de siempre con mis impresiones de lo que vea en el cielo. Con eso me conformo.

Solo por curiosidad, ¿y tú, cómo quieres que te velen?

La culpa la tienen los pollos

La causa de la homosexualidad en los hombres es el alto consumo de pollos. Así ataja todo este asunto el magnánimo presidente de Bolivia, Evo Morales. Según el honorable, el alto consumo de pollos con hormonas femeninas es la causa de la homosexualidad masculina.

Puerto Rico, si creíamos que nuestros líderes eran ignorantes, solo tenemos que mirar al exterior para darnos cuenta de que podríamos estar peor. No es que lo que tenemos por legislatura sea crema y nata, pero obviamente hay situaciones peores. Imaginémosnos con un gobernador gritándole al mundo semejante burrada o a nuestro máximo líder religioso achacándole los terremotos a la vestimenta de nuestras mujeres. Lo único que nos falta es que el presidente de la conchinchina dé un discurso diciendo que la pederastia de los curas se debe a un síndrome alérgico a la tela de la sotana. De pensarlo nada más me da espeluco.

Ante estos hechos las andanzas del Amolao, las chaquetas de Chemo Soto, el disfraz de Pedro Navaja de Roselló, el “mira qué linda” de Sila y otra serie de anécdotas de nuestros líderes no pasan más allá de meras excentricidades, hechos pintorescos y nada más. Éstas fueron situaciones sin más trascendencia que los comentarios que generaron en su día. Pero de ahí a los pensamientos de extremo prejuicio de los que alardean otros líderes hay mucho que andar.

Es verdad que algunos nuestros líderes son pillos y embusteros pero nosotros somos un pueblo predominantemente inteligente. También es cierto que a veces nos tardamos en recapacitar, pero lo hacemos. Y creo firmemente en que jamás aceptaríamos (o al menos tengo fe en eso) un líder, sea del partido que sea, tan ignorante, prejuicioso y bruto. No les niego que aquí hay uno que otro político que tiene “mente de pollo” pero al menos son discretos y no andan dándole discursos al mundo regando por ahí sus brutalidades......o al menos eso creo.

Encima nos preguntamos por qué algunas naciones no prosperan, he ahí la respuesta. Ya lo dijo el escritor Gaspar Melchor de Jovellanos, “los pueblos tienen el gobierno que se merecen”.

El poder de las mujeres

Yo sabía que el poder de las mujeres era grande pero no sabía a qué magnitud. Resulta que no sólo ponemos a temblar a los hombres, ahora también hacemos temblar la tierra. Y no lo digo yo, lo dice uno de los grandes líderes religiosos de Irak, el Ayatolá Kazem Sedighi. Según declaraciones de este señor, la causa del incremento en terremotos en el mundo se debe a que las mujeres no nos vestimos adecuadamente provocando la lujuria en los hombres. Esto a su vez hace que hayan más relaciones sexuales “ilícitas” lo que redunda en temblores de tierra. ¡Y yo que pensaba que lo único que temblaba era la cama!

Imagínense a lo que hemos llegado. La suerte que tienen los hombres es que nosotras aún no nos damos cuenta de nuestro poderío. Si tuviéramos pleno conocimiento del mismo les aseguro que lo menos que haríamos sería malgastarlo en hacer temblar la tierra. Los primeros en temblar serían ellos.

Invariablemente esas declaraciones hacen volar mi imaginación. Si tuviéramos esos poderes mágicos ya hubiéramos hecho que los varones tuvieran menstruación. Imaginarlos con síndrome premenstrual y dolores por varios días es una venganza largamente soñada. Haría que todas las semanas tuvieran que depilarse con cera las piernas, el pecho, los brazos, las axilas y el bigote. Que se sacaran las cejas con pinzas y se pintaran el pelo con un peróxido que pique mucho en la cabeza y que vieran lo malo que es cuando después de tanto sacrificio nadie te dice lo lindos que están.

También tendríamos sueldos más altos y cargos de máximo poder en la mayoría de los países. Serían los varones musulmanes los que andarían con velo. Serían ellos los que tendrían que trabajar en la calle, llevar los nenes a la escuela, hacer las asignaciones con ellos, cocinar, limpiar la casa y estar seductores en la noche......todo en un período de 24 horas. Seríamos sacerdotes, reyes, presidentes de EU y Ayatolás. Nos sentaríamos para que nos sirvieran la cena y los hijos llevarían primero nuestro apellido. Las posibilidades son infinitas.

Hay una ley en metafísica que dice hay que tener cuidado con lo que se habla porque las palabras son tan poderosas como para generar grandes cambios. Obviamente este señor desconoce esta ley. De haberla sabido se hubiera quedado bien calladito no sea que las damas de su país se despierten y se levanten aún más el velo.

Si sus mujeres son capaces de hacer temblar la tierra solo con la lujuria que despiertan sus ojos, ¡¡¡qué caos desatarían si se atrevieran a enseñar algo más!!!

¿Qué tú quieres ser cuando seas grande?

Esta frase, cual palabras mágicas, nos transporta automáticamente a nuestra infancia. A todos nosotros nos hicieron esta pregunta muchas veces mientras crecimos. Muchas y muy variadas fueron nuestras contestaciones, “maestra.....policía......doctor......” ¡Qué tiempos aquellos de sueños e ilusiones!

Les confieso que a mi edad todavía me hago esa pregunta, “¿qué quiero ser cuando sea grande?” Porque plantearse metas no es algo destinado a la niñez o a la juventud. Plantearse metas es una cuestión de vida. Hay muchas cosas que quiero ser cuando sea “grande” y sé que mis metas son elevadas y trabajosas. Alcanzarlas me tomará mucho tesón y esfuerzo.

Cuando sea grande quiero ser un ejemplo a seguir. Al final de mis días quiero tener la satisfacción de saber que mis hijos y mis nietos quieran hacer lo mismo que yo, parecerse a mí, porque eso significa que los sacrificios que hice por ellos valieron la pena. Que la semilla que con tanto esfuerzo sembré en su corazón germinará, dará frutos y perdurará. Quiero que en las dificultades que la vida les plantee piensen, “¿qué haría mi mamá en mi caso?”.

También quiero ser inspiración. Quiero serlo tanto para mis hijos como para cualquier persona que me conozca. Dejar una huella aunque sea imperceptible en cada uno de ustedes. Que cuando se planteen alguna meta o algún sueño a seguir piensen, “yo voy a ser como ella que jamás se dio por vencida”.

Quiero ser entereza, piedra de soporte para todo el que me necesite, pero sobre todo para mi familia. Porque la vida es muy dura y son muchas las veces que nos sentimos derrotados. Que cuando eso ocurra sientan la confianza de venir a mí. Saber que podré ayudarlos con todo lo que esté a mi alcance, aunque eso sea algo tan sencillo como un hombro donde llorar.

Pero lo más importante que quiero ser es un alma plena. Quiero llegar a vieja con la plenitud de una vida bien vivida. Quiero vivir una vida llena de sabiduría, aprendiendo todo lo que pueda hasta que llegue el fin. Tampoco quiero perderme ningún beso, abrazo o sonrisa que me puedan brindar. Porque esos serán los únicos tesoros que podré llevarme el día que me llamen a rendir cuentas. Porque la única riqueza que me servirá entonces es la del amor.

Todos los días repaso mi lista de metas. El amor que recibo de vuelta es la única certeza que tengo de que día a día me acerco más a ellas.

Y tú, ¿qué quieres ser cuando seas grande?

¿Me retrato o no me retrato?

Es cierto que constantemente nos dicen que debemos querernos más a nosotros mismos, que debemos aceptarnos como somos con nuestros defectos y virtudes, y toda esa retahíla de cosas para elevar nuestra autoestima. Pero una cosa es tener la autoestima alta y otra muy diferente es percibirnos fuera de la realidad.

Me explico. No porque mi mamá me dijera todos los días lo linda que era quiere decir que lo fuera realmente. De hecho, hay un dicho que dice: “a nadie le hieden sus pe.....s ni sus hijos les están feos.” Yo puedo creerme bella y exhuberante, pero algo muy diferente es que lo sea realmente. Por lo tanto, por más bella y exhuberante que me sienta eso no me da derecho a imponerle a nadie mi “belleza”. En mi casa hay espejos y yo sé hasta dónde puedo llegar.

Con esto de la globalización y las redes sociales se han dado muchos fenómenos. Uno de ellos es la proliferación de fotos. Desde que éramos pequeñas mi mamá siempre andaba cámara en mano. Nos tomaba fotos a diestra y siniestra. Gracias a eso hoy en día tenemos un cúmulo de recuerdos invaluable de nuestra infancia. Pero, como todo, había fotos que me gustaban y fotos en las que me odiaba. Sí, me odiaba!!! Porque sencillamente me veía fea o ridícula. Lo sé porque tengo ojos y mis hermanos también los tienen. Bastante que me bromearon y ridiculizaron por los benditos retratos. Algunas de ellas todavía me provocan naúseas. El hecho de que se tenga la autoestima alta no hará que esas fotos sean menos feas o ridículas.

Hoy en día parece que la gente, o no tiene ojos o tiene la autoestima demasiada alta. Últimamente he mirado algunas de las fotos que aparecen en facebook. Hay algunas en las que pienso, “¡¡mi madre!!! ¿¿quién rayos le dijo a ésta que se veía linda?? ¿¿Es que acaso se les olvida que esas fotos las verá todo el mundo?? Yo tengo muy claro que a mi edad ya no puedo retratarme de todos los ángulos......ni con cualquier tipo de ropa.....ni en cualquier pose. Es cierto que la belleza es relativa. Pero hay fotos en las que no hay relatividad posible, te ves mal y punto. Y si la gente te dice lo contrario, te están mintiendo.

Gente, hay otro refrán que dice, “piensa mal y acertarás.” Por lo tanto, si piensas que te ves mal probablemente es cierto. Y recuerda, la ropa no le queda bien a todo el mundo, ni las poses sensuales, ni las ridículas. Por favor, deja algo para la imaginación. Creéme que al mundo no le interesa como lucen tus chichos o cómo te ves con la bemba pará. Deja eso para la intimidad junto con las lagañas y los despeines matutinos. Quien te ama de verdad no le importan esas nimiedades pero no todo el que te ve en facebook te ama tanto.

Recuerda, solo el amor es ciego, el mundo no.

Las monjas y yo

Todo este revolú que tiene la iglesia católica con las escuelas me ha hecho remontarme a mi infancia en La Milagrosa. Pero no porque las cosas hayan sido similares ni mucho menos, sino porque era una escuela de monjas. De hecho, mucha gente queda de una pieza cuando les digo que estudié en una escuela de monjas donde todas las estudiantes eran niñas. No pueden creer que mi carácter y otras características de mi personalidad hayan sido formadas en un colegio tan estricto. De hecho, mi mamá le repite a todo el que puede las mismas palabras: “con esta nena yo boté los chavos en La Milagrosa”.

Siempre he sido como hasta ahora, loca y despistada por lo que pueden imaginar que en más de una ocasión puse a prueba la fe y perseverancia de las hermanas.

Todo comenzó en Kinder. Sor Yolanda era cubana, gordita y bajita. No había en el colegio monja más cascarrabias que ella por lo que no entiendo cómo era posible que fuera precisamente a ella a quién le encargaran el Kindergarden. Imagínense!!! Con el trauma que le causa a la mayoría de los niños separarse por primera vez de sus padres para quedarse en un lugar que no es su casa y encima quien los va a recibir por la mañana es un general de la “gestapo”, cualquiera se traumatiza. Demás está decirles que lloré y lloré todo el año hasta que por fin terminó la odisea y pasé a primer grado. Recuerdo que iba aliviada porque ese año mi maestra sería Mrs. Arán, la señora más dulce de toda la escuela. Pero en la puerta del salón los nervios me traicionaron y comencé a llorar. Papi y mami intentaban en vano tranquilizarme cuando Mrs. Arán llega en su ayuda. Dulcemente me sienta en su falda y comienza a hablarme con voz suave y calmada de todo lo que vamos a aprender en su salón. Cuando ya había comenzado a tranquilizarme, me pasa la mano por el pelo, me abraza y me comenta alegremente: “Además, ¿sabes quién será tu maestra de religión? ¡Sor Yolanda!” ¡JA!

Eventualmente, Sor Yolanda y yo nos hicimos buenas amigas. Una vez que pude verla como una monja más y no como la maestra que me enseñó las vocales a pelea la cosa fue más fácil.

A Sor Gregoria ya la conocen. Era ella quien mandaba a buscar a papi todas las semanas con mi hermana y quien yo creía a ojo cerrado estaba enamorada de él. Era un ser con una paciencia a prueba de fuego. Delgada y etérea caminaba por los pasillos tan silenciosa como un gato. Con ella aprendimos el arte de portarnos mal mirando a todos lados para que no nos pillaran. También aprendimos consistencia y perseverancia.......no parábamos de jorobar hasta que lográbamos sacarla de quicio y les aseguro que eso era bien difícil de lograr!!

Sor María Dolores era la principal de la escuela y la Madre Superiora. Dominaba al estudiantado y a las demás monjas con mano de hierro y cara de ángel. Nunca comprendí como una mujer tan bonita y elegante había elegido una vida tan austera y sacrificada. Con su figura esbelta y sus ojos verdes hubiera sido perfecta para modelo.

Pero de todas las monjas que pasaron por mi vida, la más impresionante era Sor María Felisa. En mis tiempos, nuestro colegio no permitía se compraran los uniformes en otro lugar que no fuera la escuela misma. La costurera de todo ese arsenal de faldas de tabletas e insignias era Sor Felisa. Se preguntarán qué tiene de especial una monja costurera que vestía a cientos de niñas por año. Pues no es solo el hecho de que ella sola con la ayuda de una que otra novicia cosiera todos nuestros uniformes, sino que sencillamente...........ERA CIEGA!!! Sí, completamente ciega. Conocía nuestra escuela al dedillo y la caminaba de rabo a cabo sin siquiera un bastón de frente. Solo se valía de tocar levemente la pared. De manera misteriosa conocía nuestras voces por lo que había que tener mucho cuidado al pasar por su lado. Si te escuchaba, te llamaba por el nombre y hacía que te acercaras a ella. Mientras te interrogaba de cosas realmente triviales pasaba disimuladamente los dedos por todo el contorno de tu cuerpo, examinando minusiosamente, palmo a palmo tu uniforme. Con este ejercicio ella podía notar si el mismo te quedaba corto, mal entallado o muy ajustado. Si no pasabas la prueba, te llevaba directamente a la “ropería” donde muchas veces te dejaba en camisa y pantaletas parada en un rincón mientras conseguía un uniforme que te quedara bien o mientras ajustaba el que traías puesto. Mientras tanto, ya se había corrido el chisme por todo el pasillo de que Sor Felisa te había pillado. Al minuto estaba todo el salón haciéndote burlas por la rendija de la puerta. Ella era la única que, con su mirada vacía y sus dedos implacables, era realmente aterradora.

Mis anécdotas con las monjas de la escuela son muchas. Pero si algo puedo asegurarles es que , mi percepción, es que ellas no eran los personajes rígidos y abusadores que suelen presentar en las películas. Hoy en día, cada vez que veo una de esas mujeres vestida de hábito y cofia, pienso en mis años de infancia y en la fe y buenas costumbres que intentaron inculcarme. De hecho, les puedo asegurar que ellas sienten más miedo recordándome a mí que yo a ellas. Nada, así es la vida.

Rivera Schatz y el síndrome de la cuernúa

Hoy el Presidente del Senado de Puerto Rico, Hon. Thomas Rivera Schatz, sucumbió al “síndrome de la cuernúa”. En varias ocasiones hemos visto prominentes figuras públicas renunciar a sus puestos tras revelarse algún escándalo de infidelidad. Todos recordamos a Bill Clinton por aquello de dar un buen ejemplo a mis alegaciones. Cada vez que alguno de estos hombres se para detrás de un podio con la frente en alto, piedra en mano lista para darse golpes de pecho, voz apesadumbrada y semblante enjuto es que va a declarar lo mismo, que le pegó cuernos a su esposa. Muchas veces a su lado, toda digna, callada y avergonzada se encuentra ella. Ese ser anónimo, sumiso y callado que aguanta sublime las miradas acusadoras de los espectadores del evento. Todas tienen un factor común, aguantan con dignidad y sosiego las especulaciones que deberían ser para su esposo, no para ella.

Según ellas mismas alegan, ninguna sospecha nada y todas acogen con fe ciega y benevolencia las explicaciones del marido. Para ellas, cualquier explicación es buena.

Hoy Rivera Schatz actuó como una de ellas. Fue claro y somero al decir que las explicaciones dadas a él por el Senador Héctor Martínez eran suficientes,...... punto. Que nadie pregunte nada.....que nadie comente nada.......ya se sabrá la infame verdad, según dijo nuestro señor Presidente del Senado. ¿Que lo vieron montaíto en el avión? Eso puede explicarse. ¿Que se sentó alegre y “motivao” a ver la pelea de Tito Trinidad? Qué importa, cualquiera puede recibir regalos. ¿Que pasó un fin de semana súper con todo pago en Las Vegas? ¿¿¿Y???? Que alguien se atreva ahora a quitarle lo bailao. Para quien lo intente tendrá que enfrentarse a un Tommy, fiero, sublime y digno dispuesto a defender a su correligionario de los argumentos de sus enemigos, de esas lenguas biperinas que solo quieren desacreditarlo. No en balde para eso están los presidentes de senado, cual esposa digna, a defender lo indefendible.

Total, yo estoy “manos afuera” porque como en toda pelea de matrimonio, nadie debe meterse. Eso le toca al PNP. Como todos sabemos, toda familia que se precie de serlo lava los trapos sucios en la casa, y yo no tengo vela en ese entierro.

Eso sí, mientras tanto, sin deberle favores a nadie, sin regalos y con verdadera dignidad, me siento en las gradas a ver esta pelea.......... sin que nadie pueda quitarme lo bailao.

La calle ensangrentada

Si creíamos que éramos un pueblo ciego e imprudente déjenme decirles que nos equivocamos. Hay pueblos peores que nosotros. Acabo de leer que en Bankok hicieron una protesta grotesca, asquerosa e irresponsable al gobierno de turno. Más de 50,000 personas donaron sangre para, una vez recolectada, tirarla en la calle frente a la sede del gobierno. Sí, literalmente tirarla. La idea es que el Primer Ministro le dé cargo de conciencia pensando que su gobierno está cimentado en la sangre de su pueblo y así renuncie y se celebren nuevas elecciones. Imagínense nosotros tirando sangre donada en las escalinatas del capitolio cuán menstruación gigantesca. Sí, ya sé que los gobiernos nos dan más dolor que una regla después de un atraso de tres meses, pero no hay razón que justifique semejante derroche de sangre. Solo piensen en la cantidad de vidas que se pudieron haber salvado si ésta hubiera sido recolectada y sabiamente usada para fines médicos. Pero claro, hay que ser colorido y asqueroso para llamar la atención y qué mejor que esto. Les aseguro que al Primer Ministro de Bankok no se le pasará por alto el asunto con la peste que se quedará en esa calle por días.

Por lo que ahora les digo, ¡gracias a Dios que a Tito Kayak no le viene la regla! Solo de pensar la de ideas que esta noticia puede darle me da un asco brutal. Mejor ni lo pienso.

¿Recuerdan que hace poco algunos de nosotros nos quedamos asombrados por que nuestros compatriotas hicieron largas filas desde la madrugada para ser los primeros en entrar a una tienda que se inauguraba al día siguiente? Amigos, esta gente, los “Bankoteños”?, “Banketiñenses”? .....o como se diga, hicieron largas filas para pincharse, ¡más increíble aún! No puedo negar que el poder de convocatoria que tuvo su líder es monumental, porque gente, si yo no hago fila para entrar a una tienda, mucho menos la haría para “botar” mi sangre. Déjenme no decirlo muy duro porque con el despilfarro de contratos que hay en nuestra legislatura es capaz y se lo traen para acá como portavoz del banco de sangre para ver si los recaudos aumentan. Así son y así somos......

Sin embargo, estas cosas son las que me hacen apreciar mi linda islita con todo lo malo que pueda tener nuestra gente y nuestro gobierno. Porque nosotros seríamos incapaces de convocarnos para semejante atrocidad. Porque hemos demostrado que cuando nos unimos lo hacemos por causas justas, meritorias y nobles. Porque hacemos titulares enviando nuestra sangre, con todo y su envase humano, para ayudar a nuestros hermanos haitianos, chilenos o a donde sea necesario. Porque además enviamos brazos, corazones y almas para darnos a quien nos necesite. Porque no desperdiciamos nuestra sangre cuando de tirarnos a la calle se trata. Porque no botamos sangre sino que la ponemos a trabajar. Así somos y así seguiremos siendo....

Nada, que yo pensaba que el ser humano era imbécil, pero me quedé corta.

Y tú, ¿de qué color eres?

Vaya problema tiene el censo. Resulta que ahora no sabemos de qué color somos. Al menos creo que soy blanca......o no? Porque ahora que lo pienso mi hermana es más blanca que yo y por eso decía que mi hermano y yo éramos negros. ¡Qué dilema tengo ahora! Y todo por culpa de mi hermana, porque mientras ella no dijo nada yo siempre pensé que era blanca. Supongo que algo así debe pasarle a la gente en PR. En algún lugar de la casa tienen a alguien más blanco o más negro con quien compararse y andan por ahí con la gran duda.

Y es que la culpa la tenemos todos por nunca querer llamar las cosas por su nombre. Recuerdo mi profesor de historia en el RUM. Cuando él se refería a sí mismo decía que era negro. Y les aseguro que era color “café con leche”, pero él no permitía que le dijeran nada que no fuera negro. Así debería ser siempre. Al pan, pan y al negro, negro.

Pero por otro lado, ¿es que acaso el censista no tiene ojos? Al menos los cuestionarios que son llenados por funcionarios y no por el mismo individuo deberían tener una contestación algo más objetiva. Propongo que se preparen unas tiritas con colores como las que se usan en los laboratorios para conocer el Ph de los componentes. Aunque tenga muchas tonalidades de negro o blanco, de cierta rayita hacia la derecha eres blanco, no importa el tono que tengas. Y de la rayita a la izquierda eres negro, o viceversa. Pero el censista tiene que escribir su criterio propio y no preguntarle al censado no sea que le pase como a mi mamá. Resulta que ella trabajaba en el “desempleo” llenándole los cuestionarios a los colonos de la caña en tiempo muerto. Como la mayoría no sabía leer ni escribir ella se acostumbró a leer las preguntas en voz alta para escuchar y escribir las contestaciones: “¿Nombre?”......... “Juancito”. “¿Apellido?”......... “Trucupei”. “¿Edad?”......... “30 años”. “¿Sexo?”....... “tres veces en semana”. Imagínense el ataque de mi madre. Desde ese día, cuando llegaba a la pregunta se limitaba a mirar al tipo de arriba a abajo y marcar “M”. Así debe ser con el color, mirar de reojo y marcar la letra correspondiente.

Ahora, esta medida solo soluciona el asunto del color y no el del sexo, porque cuando llegue Verona tampoco sabremos qué marcar. Supongo que eventualmente tendremos que hacer como en aquel famoso referéndum, escoger una quinta columna que diga: “ninguna de las anteriores”.