domingo, 22 de noviembre de 2009

Se solicita sillón con experiencia

Debe reunir los siguientes requisitos:

Sus medidas deben ser lo bastante grandes como para que quepan una madre y su hijo juntos, pero lo suficientemente pequeño como para que le dé sentido de seguridad a quien prefiera usarlo en momentos de soledad.

Debe ser cómodo teniendo en cuenta que será usado por largos períodos de tiempo mientras una madre arrulla a su bebé, o consuela a otro hijo de los problemas en la escuela, escucha las penas de amor de un hijo adolescente o recoge un padre agobiado por el porvenir de sus hijos.

Se requiere tenga el característico sonido de un sillón en movimiento, imprescindible para dormir un bebé, calmar un adolescente y acompañar penas de amor.

Su memoria debe ser amplia capaz de albergar de manera silente la historia y los momentos importantes de la familia.

Debe ser versátil capaz de soportar los juegos de un bebé, canciones de cuna, momentos de reflexión, de incertidumbre o tristeza, así como de alegría, esperanza y entusiasmo.

Debe ser lo suficientemente duradero como para que un abuelo, satisfecho y cansado, se siente a entretener a sus nietos rememorando su historia narrándosela como la más increíble historia de amor.

Resistente al paso del tiempo ya que será transferido de generación a generación.

Quien tenga un sillón que reúna estas características deberá conservarlo como patrimonio y testigo silente de la más íntima historia familiar, de no ser así, estaremos dispuestos a recogerlo y darle continuidad a los propósitos para los que fue creado.

El Reloj

"Reloj no marques las horas porque voy a enloquecer...." así comienza una de las canciones más bellas que se han escrito jamás en castellano. Al escucharla por mi mente pasan innumerables momentos de mi vida en los que esta línea más que una frase se ha convertido en súplica. Reloj.....siempre te percibo traicionero, verdugo en momentos de felicidad, torturador en momentos de angustia y despiadado en momentos de dolor.

En nuestra juventud las horas no tienen sentido, no tienen peso, sustancia. Pasan y ya. Pero ese reloj implacable nos las recordará minuto a minuto hasta el final de nuestras vidas, sacándonos en cara cuantas horas valiosas desperdició en nosotros. Entonces vamos a querer dar marcha atrás, pedimos minutos adicionales pero nuestro tiempo habrá pasado. Entonces don reloj mantendrá control de nuestra existencia y le marcará el paso a nuestra conciencia.
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¿Quién no ha querido alguna vez detener el tiempo, alargar la presencia de quien se sabe jamás volverá? Continuar mirándonos en esos ojos, escuchar esa risa, disfrutar esa presencia que sabemos se convertirá en efímera y vulnerable.

Tengo que convertir al reloj en mi amigo. Él me ha enseñado que lo que deseo tengo que lucharlo ahora, lo que amo tengo que cuidarlo constantemente, que mis errores no podré repararlos nunca.

Su presencia nos acompañará hasta el final de nuestras vidas y nos doblegará hasta que la muerte llegue a liberarnos.