viernes, 6 de agosto de 2010

Complicado morirse en el extranjero

Así reza el titular de la noticia, “Complicado morirse en el extranjero.” Por Dios! Morirse siempre es complicado sea donde sea, excepto para el muerto, claro está. Y gracias a Dios que no tenemos la opción de escoger dónde morirnos, porque si no el asunto iría mucho peor. Bastante excéntrico es nuestro país con el asunto de los funerales con sus muertos paraos y en motora, imagínense cómo sería todo si encima se pudiera decidir dónde morir.

Ya me lo imagino, los deportistas escogerían morir durante un partido, los viejitos de la plaza morirían jugando dominó y los gatilleros dando tiros al punto contrario, total ya no importaría que se los llevaran presos o que los mataran, si como quiera se van a morir. Por otro lado sé de algunas doñitas que querrían morirse gastando lo que no tienen en el Mall dejando al viudo con las tarjetas hasta el tope, por aquello de que la última la paga el diablo. Recuerden, lo peor le toca al que se queda, no al muerto.

Mi opinión? Pues bien, hay un anuncio publicitario que siempre que lo escucho me provoca indignación. Es ese donde se anuncia un paquete de funeral. Me niego a imaginarme escogiendo mi propio ataúd, las flores, las velas o el pollito frito. Me parece que es como planificar una fiesta donde yo soy la gran homenajeada pero la menos que la disfrutará. Por lo tanto, después de toda una vida organizándole la vida al marido, a los hijos, a los vecinos y al jefe, lo menos que espero es que en mi muerte otro se encargue de mí. Eso sí, con lo que me gustan las flores prefiero que me las entreguen en vida. Algún caprichito me tengo que dar,¿ no? No sea que a alguno de mis sobrevivientes se le ocurra la fenomenal idea de pedir que no envíen flores y sí donativos a la Sociedad Protectora de Animales.

En resumen, que en mi muerte nadie se complique la vida. Que me echen al horno rápido para que mis cenizas sean sopladas lo más pronto posible. Y que el pollo frito se lo coman mis dolientes en un picnic en la playa, no en la funeraria.

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