jueves, 14 de junio de 2012

Pillos limpios

En estos días leí en la prensa una noticia que contaba sobre una señora que llegó a su casa y encontró que alguien había entrado sin permiso, había limpiado todo y le había dejado una nota a modo de factura por el servicio. Esta noticia me recordó un incidente que ocurrió en mi casa cuando vivía en la urbanización. Dos semanas antes del incidente, mi hermana había sido víctima de robo en su casa. Un domingo los pillos entraron y se llevaron los juegos electrónicos de los niños y alguna que otra cosa. Al domingo siguiente, los pillos la visitaron nuevamente para llevarse lo que se les había quedado el domingo anterior. Imagínense el mal rato. Dos robos domiciliarios en domingos consecutivos. Cuando vivíamos en la urbanización, como los niños eran pequeños y el vecindario era seguro, teníamos la mala costumbre de no cerrar con llave la puerta principal, así cuando cualquiera de nosotros llegaba, solo abría la puerta y ya. La llave solo se echaba cuando íbamos a dormir. Una semana después de los robos en casa de mi hermana, llegué de trabajar y entro a mi casa. Para mi sorpresa, encontré todo limpio y recogido, los trastes fregados y la ropa limpia doblada. Llamé a la muchacha que me hacía la limpieza y me aseguró que ella no había sido. ¡¡ Menudo misterio!! Llamo a mi hermana y le digo entre broma y susto: “Myrni, ¿sabes lo que me pasó?, se me metieron y me limpiaron.” -“¿QUÉ?, ¡¡¿¿te robaron también??!!!!”, -“no”- le contesto. “Literalmente se me metieron en la casa y me limpiaron.” “¿Pero no entiendo, te robaron o no te robaron?” - “No, no me robaron, me limpiaron. Barrieron, fregaron, doblaron ropa y recogieron el reguerete.” “¿Pero que clase de pillo es ese?” me dice ella. “Pues no sé, pero de lo que estoy segura es que puede venir semanalmente.” Luego descubrí que había sido mi santa vecina Toña. Ella me había recogido la ropa para que no se me mojara, cuando vio los trastes le dio pena y me los fregó y así sucesivamente. Resuelto el misterio. A la semana siguiente la experiencia no fue tan agradable. Cuando llegué y entré a la sala la encontré vacía, no había un solo mueble. Había sido mi prima, que para darme una lección había escondido los muebles en los cuartos para que aprendiera que las casas se cierran con llave.

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