jueves, 29 de abril de 2010

Y tú, ¿de qué color eres?

Vaya problema tiene el censo. Resulta que ahora no sabemos de qué color somos. Al menos creo que soy blanca......o no? Porque ahora que lo pienso mi hermana es más blanca que yo y por eso decía que mi hermano y yo éramos negros. ¡Qué dilema tengo ahora! Y todo por culpa de mi hermana, porque mientras ella no dijo nada yo siempre pensé que era blanca. Supongo que algo así debe pasarle a la gente en PR. En algún lugar de la casa tienen a alguien más blanco o más negro con quien compararse y andan por ahí con la gran duda.

Y es que la culpa la tenemos todos por nunca querer llamar las cosas por su nombre. Recuerdo mi profesor de historia en el RUM. Cuando él se refería a sí mismo decía que era negro. Y les aseguro que era color “café con leche”, pero él no permitía que le dijeran nada que no fuera negro. Así debería ser siempre. Al pan, pan y al negro, negro.

Pero por otro lado, ¿es que acaso el censista no tiene ojos? Al menos los cuestionarios que son llenados por funcionarios y no por el mismo individuo deberían tener una contestación algo más objetiva. Propongo que se preparen unas tiritas con colores como las que se usan en los laboratorios para conocer el Ph de los componentes. Aunque tenga muchas tonalidades de negro o blanco, de cierta rayita hacia la derecha eres blanco, no importa el tono que tengas. Y de la rayita a la izquierda eres negro, o viceversa. Pero el censista tiene que escribir su criterio propio y no preguntarle al censado no sea que le pase como a mi mamá. Resulta que ella trabajaba en el “desempleo” llenándole los cuestionarios a los colonos de la caña en tiempo muerto. Como la mayoría no sabía leer ni escribir ella se acostumbró a leer las preguntas en voz alta para escuchar y escribir las contestaciones: “¿Nombre?”......... “Juancito”. “¿Apellido?”......... “Trucupei”. “¿Edad?”......... “30 años”. “¿Sexo?”....... “tres veces en semana”. Imagínense el ataque de mi madre. Desde ese día, cuando llegaba a la pregunta se limitaba a mirar al tipo de arriba a abajo y marcar “M”. Así debe ser con el color, mirar de reojo y marcar la letra correspondiente.

Ahora, esta medida solo soluciona el asunto del color y no el del sexo, porque cuando llegue Verona tampoco sabremos qué marcar. Supongo que eventualmente tendremos que hacer como en aquel famoso referéndum, escoger una quinta columna que diga: “ninguna de las anteriores”.

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