jueves, 7 de octubre de 2010

La increíble historia de un Bandolero perdido

Nos disponíamos a almorzar en Barceloneta. Era cerca de las dos de la tarde cuando nos enteramos de la terrible noticia. Bandolero, el chiquitín Yorkie de mi prima Rocío había desaparecido. Inadvertidamente el portón delantero de su casa estaba abierto al momento en que Bando salió a hacer pipí. Haciéndole honor a su nombre, Bandolero cogió calle y se perdió. O al menos eso queríamos creer. Nos resistíamos a pensar que alguien fuera tan malvado como para llevarse un pedazo del corazón de Roci con pleno conocimiento de causa.



Luego de la desesperación inicial, pusimos manos a la obra para rescatar a Bando. Estando tan lejos del lugar de los hechos era poco lo que podíamos hacer. Siguiendo el modelo de cuando se pierde un pequeñín, sabíamos que las primeras horas eran cruciales. Dependíamos de toda la ayuda posible en lo que llegábamos a Añasco. Llamamos a toda una red de buenas personas para que corrieran la voz. Nuestros familiares salieron a las calles, pacientemente y bajo una lluvia torrencial, a buscar el perrito. Nadie se dio por vencido. Ellos recorrieron calles y urbanizaciones una y otra vez buscando al Bandolero. Por otro lado Jessica, mi sobrina, nos ayudaba corriendo la voz por facebook. En cuestión de minutos toda una red de personas sabía que buscábamos a Bando.



Mientras tanto a nosotras solo nos faltaba rezar en lo que llegábamos a Añasco. Nuestra fe fue nuestro mayor consuelo en la interminable hora y media que nos tomó llegar a nuestro pueblo. Sabíamos que sin la ayuda de Dios no tendríamos grandes esperanzas. Rezamos un rosario, y lo rezamos con toda la fe posible dentro de nuestros corazones. Desinteresadamente pusimos las cosas en manos de Dios. ¡Y dio resultado!



A las dos horas de llegar a nuestro destino llegó la llamada que tanto ansiábamos, Bandolero había aparecido. De manera inexplicable había llegado a la carretera Núm. 2. Un alma caritativa se apiadó de él y lo rescató para que no lo atropellara un carro. Esta señora se lo llevó a una amiga llamada Envi pensando que el perrito perdido era de ella. Como todos los que amamos los animales, Envi razonó de la manera correcta. Sabía que el perrito perdido probablemente tendría una familia que lo estaba buscando y que sufría por él. Lo bañó y lo cuidó para darse a la tarea de buscar algún anuncio que le indicara si había alguien buscándolo. Como Dios no desampara a quienes tienen fe en Él, la señora que lo rescató en la carretera leyó nuestros anuncios en facebook. Inmediatamente se comunicó en Envy y Bando regresó a su acongojada ama.



Esta historia nos dio una gran lección de vida. A través de ella pudimos comprobar la solidaridad de las personas que nos aman. Cómo se unen unos a otros para ayudarnos en momentos de desesperanza. También nos enseñó que todavía hay mucha gente con corazón noble. Gente capaz de sentir empatía por el que sufre y sobre todo, comprometidas en cambiar ese sufrimiento por alegría.



Final y más importante, nos enseñó el poder de la fe. La certeza de que Dios no desampara a quienes le aman y confían en Él. Que Él conspirará para que todo vuelva a su lugar, para que todo tenga solución, para que el sufrimiento termine. Aunque el asunto sea tan sencillo como el que un Bandolero regrese a su casa.

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