jueves, 7 de octubre de 2010

Se casó Yulín.......¿Y?

Leyendo el periódico me entero que se casó Carmen Yulín. ...... ¿Y? Primero, aunque me sonaba el nombre, no sabía quién rayos era la doña. Entonces es que me entero que es una legisladora. Conoció a su flamante marido en el sepelio del fenecido alcalde Miranda Marín. Hasta ahora todo parece normal. Lo que le incomoda a la gente es que la, hasta ahora feliz pareja, decidió oficializar su unión a los tres meses de haberse conocido.....¿Y? Muchas veces leo los comentarios de los internautas en ciertas noticias. A través de éstos puedes palpar el sentir del populacho. Lamentablemente “el populacho” es la opinión callada de la mayoría de la gente común y corriente de nuestro pueblo.

Veamos, ¿qué rayos nos importa que dos personas adultas, consciente y deliberadamente decidan unir sus vidas en matrimonio? Todo el morbo viene porque solo llevan conociéndose tres meses.........¿Y? Hay gente que se conoce de toda la vida, se aman de toda la vida y nunca son capaces de unirse en matrimonio. Si se hubieran ido a vivir juntos, “marinovios” como les llamaba mi abuela, la gente hubiera hablado más. Se casan y entonces también hablan, ¿en qué quedamos? Para cometer un error solo se necesita un minuto, un sí o un no, nada más. Ese minuto, ese sí o ese no pueden ocurrir ahora, en tres meses o en veinte años. Si las cosas les van mal ya tendrán toda la vida para arreglarlo y para arrepentirse.

Pero lo que más me molesta son los comentarios machistas de la gente. Que si Carmen Yulín estaba apuradita, que si no se había casado antes era porque era medio marimacha, que si es de la escuela de Sila y montones de barbaridades más. Al novio, ni lo mencionan. Lo único despectivo que dicen de él es que es gordito, ¡como si los gorditos no se enamoraran! ¿Es que acaso una mujer no tiene el derecho de casarse a la edad que le dé la gana, en los meses que le dé la gana y con el hombre que le dé la gana, sea gordo, flaco, alto, bajo, tuerto, sambo, mudo o loco?

Si nos casamos muy rápido somos fáciles, si nos tardamos somos “raras” o neuróticas. Si el novio es gordo, bajito, tuerto o viejito es porque estamos apuradas. Nadie puede pensar en la razón más obvia del mundo, sencillamente nos casamos con el tipo porque nos enamoramos, ¡punto!

En esta vida el único “ente” ciego que queda es el amor porque ya ni la justicia lo es. Así que disfrutemos lo que queda de él y amemos sin mesura, sin tiempo, sin edad, sin medidas y sin pensarlo. Solo así cuando muramos podremos afirmar “debí haberme casado antes”.

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