martes, 19 de octubre de 2010

¡Nena, se te ven las panties!

Según el periódico de hoy, la legislatura puertorriqueña intenta resolver un problema social nuevo entre la juventud, el “sexting”. “Sexting” es la nueva mala costumbre que tiene la juventud de hoy de tomarse fotos sexualmente explícitas y enviárselas a los amigos a través de la red o de mensajes de texto en los celulares.



Acepto la buena intención de la legislatura pero creo que es muy poco lo que la legislatura puede hacer al respecto. La solución a esta situación radica en la familia, que es la raíz de todos los buenos y malos hábitos de los seres humanos.



Cuando éramos pequeñas mi mamá siempre nos recalcó lo importante que era nuestro cuerpo y nuestra intimidad. Realmente perdí la cuenta de las veces que mi mamá me regañaba, “¡Beatriz siéntate bien que se te ven las panties!” y me lo dijo tantas y tantas veces que aún cuando vestía pantalones metía mis manitas entre las piernas para tapar el hueco revelador. Las cantaletas eran interminables, que si las niñas se sentaban con las piernas juntas, que si no podía venir nadie a tocarnos, que si ese pantalón no te lo puedes poner porque te queda muy ajustado o esa falda está muy corta. Cantaleta a cantaleta ella nos fue formando un juicio recatado que salvaguardaba nuestra dignidad a toda costa. Por lo tanto, cuando crecimos solo aquel ser extremadamente especial podía ver un poquito más allá de lo que permitía la imaginación. Y en ese momento, aún en el furor de la pasión y el enamoramiento, la vergüenza afloraba y controlaba nuestra psiquis, era difícil quitarse las panties.



Sin embargo, hoy en día el exhibicionismo raya en la compulsión. Hoy a las niñas se le ven las panties a propósito, no porque estén mal sentadas. Madre e hija caminan por la calle revelando sus intimidades sin el menor pudor. Tal situación ha llegado a tal extremo que ahora no solo se conforman con que se le vean las pantaletas cuando se sientan, ahora se las quitan y se retratan, ¡Por Dios! ¿Hasta dónde ha llegado la falta de pudor y dignidad de nuestra juventud?



Aquí la única solución sería sancionar a los padres de estas niñas desnudistas. Que las autoridades vayan donde los padres, sobre todo a las madres, y le cuestionen: “Oiga doña, ¿usted nunca le enseñó a su niña que enseñar las pantaletas era incorrecto, y más aún retratarse sin ellas?” Quizás así, por miedo a una multa, la legislatura pueda hacer que las madres inculquen en sus hijas que cuiden sus partes pudorosas, o al menos que no se las dejen retratar por nadie. El pudor solo puede sembrarse en el corazón de la juventud por la mano amada de los padres. Ni siquiera la escuela puede hacer mucho al respecto, menos aún los legisladores.



Ante esta situación cada día me convenzo más de que en un futuro no muy lejano se invertirán los patrones y entonces lo que se considerará verdaderamente sexy será lo oculto, lo que no se ve, lo que hay que imaginar. En ese momento las pudorosas seremos las más deseadas, las más buscadas, las más acechadas. En fin, ¡seremos la sensación del momento!

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