domingo, 26 de junio de 2011

Soy limpia ¿y qué?

Ahora en el verano he adquirido una rutina diaria nueva. Después de desayunarme, friego, lavo algo de ropa y recojo los regueretes antes de irme al gimnasio. Hoy no me puse los audífonos como suelo hacerlo como método para concentrarme en mi tarea y terminarla. Recuerden, tengo déficit de atención y necesito tener toda suerte de estrategias para terminar lo que comienzo, por lo que los audífonos me mantienen enfocada y robotizada hasta que termino. Hoy con el apuro no me los puse, lo que le dio ventaja a mi mente para meditar sobre “el por qué el cangrejo se babea”.


Restregando la estufa recordé una frase que he oído en boca de algunas de mis amigas con demasiada frecuencia (más de lo que desearía). En muchos momentos de mi vida, al menos una vez al año, me topo con alguna de ellas que me presume muy ufana: “Es que yo soy bien limpia. En mi casa todo tiene que estar inmaculado” Siempre que escucho la frasecita paso por el mismo proceso. Primero pienso: “¿qué sacará ésta presumiendo de ser limpia? ¿Será que piensa que yo no lo soy? ¿Será que ha ido a casa y ha visto el cuarto de mis hijos?” Luego de esto paso a la segunda etapa: “yo no soy tan limpia como tú porque tengo cosas más interesantes que hacer como leer, escuchar música, pasear, ir al gimnasio y atender a mi familia.” Como tercera etapa y conclusión del proceso me digo: “si yo fuera a presumir de algo, de lo menos que presumiría es de ser limpia.” Y no piensen que no lo soy, es que sencillamente creo que tengo mejores cualidades para presumir y no de mis dotes de sirvienta. Esta frasecita es una extensión de la crianza machista en la que crecimos donde se piensa que la mujer solo sirve para los quehaceres del hogar, y yo me resisto furiosamente a esto.

Mis abuelas maternas eran maestras (digo “mis” porque mi mamá tenía dos madres, una de crianza y una biológica, y éstas eran hermanas). Ellas nacieron en cuna de oro y nunca tocaron una escoba. Se dedicaban el día a leer y estudiar. Fueron ellas quienes moldearon nuestro carácter con sus enseñanzas y ejemplo. Por lo tanto, para nosotras el intelecto es mucho más importante que un piso reluciente. Mantenemos nuestras casas limpias por obligación no por gusto.


Por lo tanto, la próxima vez que alguien me diga: “es que yo soy bien limpia”, le responderé, “¡ay fíjate, y yo soy bien inteligente!”.u´w

No hay comentarios:

Publicar un comentario