lunes, 13 de septiembre de 2010

Mamá estoy aburrida

Esta es una frase muy de moda entre la juventud de hoy. Es increíble la cantidad de jóvenes que la ponen en su “estado de ánimo” en facebook. Y no es de sorprenderse. Con la cantidad de tecnología que existe en estos tiempos es normal que estén aburridos. Están tan acostumbrados a entretenerse solos sentados en una silla que cuando esto les falla se ven hundidos en la calamidad del aburrimiento.

Cuando yo era joven no había tiempo para aburrirse. Sencillamente cuando no había nada qué hacer nos íbamos a casa de la vecina, Doña Trini. Allí siempre había gente con quién jugar y por lo general media calle siempre estaba reunida allí. Jugábamos volleyball, hacíamos coreografías de baile, jugábamos monopolio, cantábamos, modelábamos o nos íbamos a casa de otra vecina. Por las noches “el bunche” se reunía a hablar de cualquier tema de moda o hacíamos cuentos de miedo. Los fines de semana íbamos a la plaza. Allí nos reuníamos a hablar cuando no íbamos al cine. Fueron varias las ocasiones en que se hicieron “serruchos” para que algún olvidadizo fuera con nosotros. Era tal la camaradería que era imposible pensar que se quedara solo en la plaza solo porque no tenía un peso para la taquilla. Era cierto que algunas veces nos enojábamos pero muchas más nos contentábamos. No había lugar para rencillas inútiles porque no nos dábamos el lujo de que “el bunche” se descuadrara.

Pero lo mejor de todo eran los “partys de marquesina”. No sé qué era más emocionante, si los preparativos o el party en sí. Primero planificar en qué casa sería, cuál sería el motivo (de vaqueros, de música disco, sicodélico), la lista de invitados, la fecha y la ropa que nos pondríamos. Todos sabíamos bailar. Aprendimos en las casas, en la escuela y por supuesto en los partys. El que menos sabía al menos bailaba merengue y ni hablar de los boleros de loseta. Héctor Lavoe, Richie Ray y Bobby Cruz eran los preferidos para esas lides. Los entremeses los dividíamos entre todos pero los hacíamos entre todos. Ahh! Todavía recuerdo el sabor de los inigualables sandwiches de mezcla, los cheese trix, las empanadillitas y esas cosas ricas y sencillas que preparábamos nosotros mismos.

Para ese tiempo nadie tenía carro y todos dependíamos de que nuestros papás nos carretearan. Todos iban a todos sitios porque al que sus papás no lo llevaban los demás le daban pon. Siempre andábamos “enguaretaos”, repartidos en varios carros. Así íbamos a la playa y a los partys.

Nadie veía televisión, sencillamente no había tiempo para eso. Era más interesante jugar afuera. Lo más novedoso era el “Atari” y era tan aburrido que solo servía para las tardes de lluvia en las que no salíamos a bañarnos en el aguacero.

Son muchos los gratos recuerdos de esa época. Fueron pocas las veces que me atreví a quejarme de estar aburrida. Mi mamá tenía el mejor de los remedios para eso. Sencillamente me decía: “si estás aburrida, ponte a limpiar tu cuarto”.

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