lunes, 27 de septiembre de 2010

La bella durmiente duerme para siempre

En mi relato sobre la historia de amor entre mi Tío Francis y su esposa Raquel narré el amor tan fuerte que existía entre ellos. La dedicación con la que él cuidó de su esposa durante su larga y penosa enfermedad.

Ya la bella durmiente duerme para siempre. Se fue plácidamente durante su sueño. Descansa eternamente cuidada por el señor de los cielos. Su príncipe terrenal no se resigna. Su bella Raquel se le fue sin avisos ni despedidas. Ella, sabiéndolo todo, se fue dulce y callada. Pero él se quedó sin poder darle un beso, sin poder decirle adiós.

Todos sabemos que ella descansa. Él no se explica por qué. Con resignación obligada pasea por los pasillos llorando su pena, ahogado en recuerdos y vacios, en tiempos que no volverán jamás.

¿Qué pasará ahora con este príncipe sin su amada? No lo sabemos con certeza. Pero estamos de acuerdo en que solo no se quedará. Seguirá en su espacio rodeado de recuerdos de su amada Raquel y de los tiempos en que juntos, con amor y dedicación, levantaron su familia.

Y nosotros estaremos ahí para escucharlo, hablarle, acompañarlo y amarlo el tiempo necesario durante su pena. De algo estamos seguros, nuestro príncipe no se quedó solo.

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